Uno cree que le gusta la pizza hasta que ‘vive’ en Italia, porque ni siquiera cuando viene de vacaciones alcanza a entender la variedad y las razones por las cuales es un plato tan apetecido y por qué los italianos nunca se cansan de comerla.

Bueno, empecemos por el origen. Sin muchos detalles, la pizza nace al inicio del siglo XIX en el sur de Italia, en Napoli. Se caracteriza por tener una masa gruesa, un tamaño más pequeño que en el resto del país, reconocida en muchas partes como la típica Margarita hecha con tomate y mozzarella y como para explicar lo significativo que es, en el 2017 la UNESCO declaró el arte del pizzaiolo (la persona que hace la pizza) napolitano como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Vamos entendiendo que esto no es un juego y mucho menos una comida rápida, pero yo les quiero contar mi experiencia. De donde vengo yo, la costumbre es compartir una pizza entre varias personas y mezclar los sabores. Cuando llegué acá y fui por primera vez a una pizzeria descubrí varias cosas: la primera, que cada persona se come una pizza y que de norma, es de un solo sabor. Se pueden hacer algunas adiciones, claro, pero nada de: “Por favor, mitad de jamón y queso y mitad hawaiana”. Después hablaremos de la piña, del pollo y otras cositas más que en nuestros países le agregan como ingredientes.

Es cierto, la primera vez dije: “Uy! No, yo no soy capaz de comerme todo esto!”. Qué risa! Tiempos aquellos! Ahora hasta sería capaz de comerme una y media yo sola. Pero sucede una cosa: la masa es mucho más delgada y esto la hace más digerible. Los ingredientes son bien proporcionados y el resultado es un manjar que no tiene explicación. Hay muchas clases de pizzas porque influyen también la región, los tipos de masas, las preparaciones, los hornos, etc. Yo  quiero hablar de algunas para que cuando tengan la oportunidad de venir a Italia se deleiten y experimenten más de una clase.

La pizza del forno: el ‘forno’ o el ‘panificio’ es la panadería y en este país van a encontrar uno cada tres cuadras. De masa gruesa pero muy suave viene cortada de acuerdo a lo que te quieras comer. La más común es la Margarita, pero también la venden con salchicha, jamones o con verduras. Entonces se pide así: “Mi dai un ‘pezzo’ di pizza?” (Me das un pedazo de pizza?) La señora fornera te va a preguntar cuánto con la espátula en la mano mientras te muestra la medida y tú con la saliva goteando le dices: “Ecco! Cosi va bene!”. Te lo corta, lo pesa, te lo envuelve con cuidado en un papel especial y después experimentas la gloria mientras te comes esa delicia. Un trozo de pizza de panadería puede costar en promedio 3 euros.

La pizza romana: como su nombre lo indica es la típica pizza in pala que venden en Roma, y aunque es característica de esta ciudad, se encuentra en muchas otras regiones italianas. Es muy parecida a la del forno, solo que es más sutil, en consencuencia más crocante, y con mucha más diversidad de ingredientes. Te la venden por pedazos y te la cobran por peso. Normalmente te la cortan en trozos más pequeños para que la puedas comer con más facilidad y es el sinónimo de bondad. Esta delicia puede costar más o menos de 2 a 4 euros por trozo. El precio varía dependiendo del tamaño y de los ingredientes.

La de la Pizzeria: acá ya la variedad se extiende. Los sabores van desde la tradicional pomodoro y mozzarella, hasta la Cuatro Estaciones que tiene alcachofas, aceitunas, hongos y jamón o la Diavola que tiene el salame picante y qué decir de la que tiene huevo y speck. Hay una que tiene hasta papas fritas. En fin, la lista es larga pero el plan es distinto. Ahí vas con amigos o en familia, te sientas,  pides una cerveza, o una botella de vino, tratas de hacerte escuchar en medio del alboroto de muchas mesas llenas de italianos que hablan al mismo tiempo y ordenas TÚ pizza y te la comes TÚ solo (a).  Los precios acá pueden ir desde los 4 hasta 12 euros por pizza aproximadamente.

Aunque cada vez los italianos hacen un esfuerzo por abrirse un poco más con respecto a la gastronomía internacional y eventualmente ya encuentras una pizza mexicana, la piña sigue siendo un insulto, no hablemos del pollo o el aguacate o el plátano maduro. Ellos saben hacer la pizza y eso significa usar los ingredientes apropiados para no arruinar un plato tan representativo de su país. Mi consejo: nunca pidas una hawaiana en ninguna parte, pero donde jamás lo puedes hacer ni por equivocación, ni por chiste, ni por borrachera, seguramente es en Napoli. Ahí corres un riesgo muy alto de que te boten del lugar a gritos.

Es muy difícil comerse una pizza mal hecha en Italia, sin embargo, hay sitios donde la preparan muy bien y son mejores que otros. Mi recomendación es que cuando vengas, independientemente del tipo que quieras probar, realices una pequeña búsqueda en las aplicaciones con las que hoy contamos para ver posicionamiento y comentarios. Eso sí, en la zona donde te encuentres estoy segura de que vas a contar con la posibilidad de visitar un forno o una pizzeria buena y vas a entender por qué solo en Italia se come la vera pizza! Para terminar, les dejo este post de un blogger que sigo y en el que describe lo que realmente significa la pizza para un italiano. Esta es la traducción: ” La pizza te entiende. La pizza te devuelve la sonrisa. La pizza te regala alegría inclusive en cuarentena. La pizza no es un alimento. Es un sentimiento.”