Valentina es una mujer de esas trozudas, de sangre caliente, grandota y curvas latinas. Se dedicó a trabajar, a viajar, a estudiar y a ser independiente. En el ‘mientras tanto’, tuvo cuanto novio uno se pueda imaginar porque hombres nunca le faltaron; nacionales, internacionales, flacos, gordos, bajitos, en fin, de todos los colores y sabores. Después de haber leído estas historias me dijo: “Le suplico, cuente la de François, a ver si alguien da con el misterio!”.

Resulta que Valentina tiene una prima que se fue a vivir a Francia hace muchos años; está casada con un colombiano que por trabajo, fue trasladado a Lyon. Como ha sido una viajera incansable, ha visitado su prima varias veces y en uno de esos viajes conoció a François. Un amigo del esposo de la prima. Digamos que era un francés con su atractivo, un poco tímido, pero interesante. Sobre todo, de esos tipos que le da a uno la impresión de que es buena gente. Con un trabajo normal, estable, de buena familia y con una casa divina.

Valentina quedó impresionada y dijo: “Este fue!”. Salieron a comer, siempre acompañados de la prima y el esposo, y aunque ella no habla ni jota de francés, ni François español, a señas, con miradas y google traductor, se comunicaron. Quedaron conectados por facebook, whatsapp, instagram, etc., y Valentina regresó a Colombia.

Meses después de seguir en contacto, se ganó una beca para hacer un curso corto en Barcelona, España. Esto le puso sabor a la situación porque ya en Europa seguramente iba a encontrarse de nuevo con François y quién sabe, de pronto nacía por fin una relación. Esta mujer se vino con toda para este continente, concentrada en su curso pero con la mira en el francés.

El estaba contento de saber de este giro en la historia y una vez ya en Barcelona, Valentina planeó su primer viaje a Lyon a ‘visitar a su prima’ (si, como no!). Pues François le dijo que si quería, por qué no iban a Paris unos días, que a él le encantaría acompañarla. Esta mujer emocionada aceptó y dijo: “¡Aquí fue!”. Primero, pasaría unos días con su prima en su casa, y después partirían para Paris.

Antes de irse, la prima le preguntó que cómo estaba de pijamitas y ella fue sacando sus típicas pijamas confy y la prima con un suspiro de inconformidad le dijo: “Nos vamos ya a comprar pijamitas sexys”. Valentina se midió cuanto babydoll encontró; encajes de unos, de otros, negros matadores, rojos apasionados; finalmente compró los más atrevidos que había en ese negocio.

Se fue para Paris con François. Ella armada con sus pijamitas sexys no se la creía y sabía que apenas ese hombre le viera esas curvas tan peligrosas como las que atraviesan los fiordos nórdicos, iba a caer rendido. Después de pasar una tarde de turistas, dando vuelticas por acá y por allá, llegó la noche y efectivamente François cayó rendido pero del cansancio y cuando Valentina salió del baño muy perfumada con su primer babydoll, este francés roncaba como si se hubiera tragado el tren que los llevó hasta París.

Valentina no lo podía creer y pensó que estaba muy cansado y que seguro por la mañana se despertaría con entusiasmo. En efecto, a la mañana siguiente François se despertó con unas ganas locas de desayunar. Lo primero que le dijo fue: “Alístate rápido para que alcancemos el buffet”. Ya saben, estaba incluído el desayuno. Esta mujer en punticas y tongoneándose se fue como pudo para el baño a quitarse el diminuto trozo de tela que le cubría ese cuerpazo, se bañó rápidamente y se vistió.

Pensó que talvez estaba muy tenso y se propuso a relajarlo a punta de trago. Entonces inauguró ese desayuno con mimosas, siguió con la merienda y copa de champagna, almuerzo con botella de vino, por la tarde crepes con cerveza y hasta chocolates con cognac a ver si el hombre le tiraba un beso. Y nada! 

Lo que pasó fue que ella, que pensaba que era una guerrera, terminó más prendida que 7 de diciembre y en una sentada de esas, a punta de google traductor, prácticamente le exigió un piquito en la boca y a regañadientes se lo dio. Pero hasta ahí te trajo el río.

Regresaron los dos a Lyon y ella nunca supo qué pasó. Lo increíble, es que meses después, François insistió y fue a Barcelona a visitarla y ella pensó: “Bueno, probablemente el tipo necesitaba tiempo y está vez si; acá ya se define esta situación de una vez por todas”. De nuevo Valentina le puso toda la voluntad, arregló su mini apartamento, lo decoró, buscó sus pijamitas y recibió a “ronquidoeterno” con los brazos abiertos.

Queridas, les cuento: a parte de los ronquidos, el paseito obligado por las Ramblas, una tapita aquí y una caña por allá, François no soltó ni una picada de ojo. No se quedó una, se quedó dos noches, durmió en la misma cama con Valentina y ni una tocadita de nalga. Valentina, que es una mujer muy educada y paciente, lo trató con cordialidad hasta el día de su partida, pero esa mujer quedó energúmena y para ser sinceras, con su autoestima muy golpeada.

Nunca supimos qué fue lo que le pasó a ese hombre; nunca logramos descifrar qué diablos quería, ni por qué se pegó esos viajes. Ni siquiera el esposo de la prima pudo sacarle una explicación. Este francés terminó dejándonos a todos en puntos suspensivos. Hace poco supimos que se casó con una holandesa y Valentina tiene un novio colombianísimo quien, afortunadamente, ha disfrutado esas pijamitas en forma, como quien dice: la platica no se perdió…del todo.

Ps. Aunque no se podría decir que Valentina estuvo enamorada de François, sí la dejó bastante desconcertada, con mil preguntas en la cabeza, confundida y con mucha rabia. Se alcanzó a pegar su llorada, una que otra borrachera y cantó al son de unos guaros ‘De carne y hueso’ de la fantástica cantante colombiana Helenita Vargas. Qué dificultad que tienen algunas personas para decir las cosas como son y no dejarlo a uno a la deriva, especulando y haciéndose videos.