Me quedé mirándolo con ojos de sorpresa y le dije que cuál socia, que ni siquiera sabía que tenía una, que yo siempre había hablado con ella y que jamás me había mencionado que trabajaba con alguien más. Me dijo que si, que trabajaba con otra mujer. Le pregunté que quién era y en ese momento le entró una llamada, me dijo que después me mandaba los datos y que nos veíamos al otro día porque se tenía que ir. Manuel salió con él, me dijo que nos veíamos más tarde para ayudarme a organizar todo para el otro día. Yo me quedé aterrada y obviamente la cabeza me daba vueltas, no podía creer que Vanessa trabajaba con otra persona y lo que me parecía más extraño era que nunca me lo había mencionado, es que no tenía ni idea. Me metí en el sitio web y no aparecía nadie más por ningún lado. En el menú, en la sección del staff estaba ella y tres colaboradores que se ocupan de marketing, de investigación de mercados y no se qué otras cosas, pero no creía que el Capi estuviera hablando de ninguno de ellos. Solo había una mujer, era muy joven y era la que se ocupaba de la comunicación; de hecho, yo recibí varios correos de ella suminstrando información variada, hasta hablé por teléfono para confirmar alguna cita o lo que fuera, pero estamos hablando de una culicagada de veinti pico de años; ella no era la socia. Cuando me puse a revisar los correos me di cuenta que me había escrito recientemente para informarme que mi plan plus estaba por vencerse y que si quería renovarlo hiciera click en un link para realizar el pago. Era claro que no estaba interesada, pero tenía tanta curiosidad que me pareció la ocasión perfecta para llamar a la bruja desquiciada de Vanessa.

No puedo mentir, me temblaban las manos cuando le marqué, me contestó y me saludó super gentil como siempre. Ella sí que sabía de servicio al cliente, estaba muy bien entrenada. Yo trataba de disimular mi nerviosismo, sentía que en efecto estaba hablando con la viuda de la mafia. Total, le dije que había recibido ese correo para la renovación de mi plan y que no estaba interesada. Como era de esperarse me dijo que por qué, que le interesaba saber las motivaciones, que si algo había pasado, etc. Le dije que no, que simplemente estaba muy ocupada con algunos asuntos familiares a los que les iba a dar absoluta prioridad y que no podía comprometerme a atender tantas citas. Ahí empezó con un discurso para tratar de convencerme, buscaba alternativas, me recordó los resultados positivos y hasta me hizo una proyección; me dijo que todo era cuestión de organizarnos, que ella me podía ayudar a programar los horarios de forma que no interfirieran tanto con mis compromisos, que me iba a dar cuenta de que todo era posible, en fin. Le reafirmé mi decisión, le dije que le agradecía mucho, pero que no había vuelta atrás y que nuestra relación comercial por ahora quedaba suspendida. Me dijo que bueno, que sentía mucho perder una profesional tan competente como yo, pero que esperaba que en un futuro no muy lejano pudiéramos reactivar nuestro vínculo laboral. Le dije que más adelante tendría más claro mi panorama. Al final, me lancé y le dije: “Vanessa, perdona, pero quiero hacerte una pregunta: ¿por qué nunca conocí tu socia?”. Hubo un silencio de tres segundos y me dijo que porque en realidad era una socia capitalista que muy poco tenía que ver con el ejercicio del negocio y que prefería mantener un bajo perfil. Me preguntó muy intrigada que cómo sabía de ella, le dije que uno de los empresarios con los que me había entrevistado me la había mencionado. Me dijo que le parecía muy raro porque ellos nunca entraban en contacto con ella, me pidió que por favor le dijera quién había sido, le dije que no me acordaba, que si me podía dar el nombre de ella y Vanessa me preguntó que si tenía algún interés en especial. Le dije que siendo una socia capitalista, de pronto podría estar interesada en invertir en un negocio que mi esposo tenía en mente. Me dijo que no estaba autorizada para dar sus datos, que le iba a preguntar y que me llamaba a darme alguna razón, le dije que ok, que quedaba pendiente.

¡Pero Dios mío! Qué tal el misterio ahora con la tal socia. No sé por qué me entró tanta curiosidad. Le escribí un mensaje al Capi diciéndole que me mandara los datos de la mujer que trabajaba con Vanessa. Me entró una ansiedad hasta rara. El caso es que en ese momento bajó Daniela con traje de combate para ponernos a organizar todo para la novena y yo me puse en el mood. Nos pusimos a preparar una torta, a sacar los adornos, a decorar y se nos pasó el tiempo en esas. Bajó Mateo super emocionado diciendo que ya podía ir a ver a Reyes; le dije que me alegraba, que Manuel no demoraba en llegar para que lo llevara. Efectivamente llegó como a los quince minutos y debo decir que tenía otro semblante. Me llevó aparte para que los niños no escucharan. Me dijo que le había ido muy bien, que estaba animado. El psiquiatra le habló de un centro muy bueno, y le recomendó que se internara. Le dijo que las pastillas que estaba tomando le estaban ayudando a controlar la ansiedad pero que si se las quitaba iba a tener complicaciones y podría recaer. Me miró, me dijo que quisiera todo menos irse de la casa, pero que estaba dispuesto a hacer lo que fuera para recuperarse. Le dije que yo lo apoyaba, que si eso era lo que se necesitaba para recomenzar estaba dispuesta a acompañarlo en este proceso. Me dijo que le preocupaba dejarme sola con el tema de Daniela; yo le dije que no importaba, que íbamos a salir de esto y que debíamos hacer sacrificios, pero que estaba convencida de que iba a valer la pena. Me dijo que el psiquiatra le había dicho que mínimo tenía que internarse un mes. En realidad los programas duran inicialmente tres meses, pero que lo encontraba en una situación en la que podían probar con un mes y después hacer medias jornadas, algo parecido a lo de Daniela. No puedo negar que me daba miedo, pensaba que de pronto iba a ser demasiado para mi, pero al mismo tiempo no sé de dónde me salía una fuerza que me motivaba, así que le repetí que eso era lo que había que hacer y que contara conmigo. Me dio un abrazo, me dio besos, me dijo que me amaba, me agradeció y pues yo lloraba a moco tendido. Me dijo que iba a hablar con los niños de eso, que quería ser sincero con ellos y explicarles bien por qué el papá debía ausentarse de la casa. Le dije que estaba de acuerdo, pero que si podíamos esperar a que pasaran las fiestas, me dijo que claro. El psiquiatra le había apartado el lugar en el centro de rehabilitación para el 2 de enero. Le dije que me parecía perfecto. Me miró y me dijo que estaba listo para los preparativos, que en qué íbamos. Le dije que estábamos super adelantadas pero que Mateo lo estaba esperando para que lo llevara a ver a Alejandro, me dijo que claro, que inmediatamente. Lo llamó, le dijo que si estaba listo, Mateo se puso feliz y se fueron para la clínica. Dani y yo seguimos con nuestro roll de event planners.

Dani me dijo que iba a llamar a los invitados para confirmar las asistencias; ella de verdad era toda una event manager. Llamó a los abuelos, mi mamá le dijo que claro, que llegarían super puntuales; llamó a su amiga Carla, a la mamá; cuando llamó a Marcela le recordó que debía venir con su hijo; Maria Clara y Juliana también estaban en la lista, todos confirmaron, estábamos felices. Vale decir que Dani estaba animadísima cocinando pero no probaba mucho las cosas, a mi me daba impresión cuando la veía tan reticente con el tema de la comida, pero entendía que era un proceso, que necesitaba paciencia. Ella a diferencia de su papá, comenzaba su tratamiento un día después de la novena porque eso no daba espera. Aunque estaba concentrada en la novena no dejaba de ver el celular para ver si el Capi me contestaba quién era la socia de Vanessa y nada; ni siquiera había visto mi mensaje. Cuando me di cuenta Daniela estaba hablando por teléfono con él; con toda la propiedad le estaba diciendo que necesitaba confirmar su asistencia, él le dijo que si, que contara con él. Le dije que me lo pasara, pero Dani se despidió y colgó. Quedé aburrida. Al momento me entra un mensaje de voz: “Diana, acabo de ver su mensaje, estoy corriendo con un asunto, me di cuenta de que no tengo la información acá donde estoy, pero lo único que le puedo decir es que esa mujer es más peligrosa que tres Vanessas. Es de las que parece que no rompe un plato y al final rompe la vajilla completa. Más tarde le cuento y nos vemos mañana, otra vez gracias por la invitación”.