Paula: ¡Es la vieja del hotel, Margarita! ¡La que me agarró la mano en la fiesta swinger!

Margarita: ¿Cómo? ¡No puede ser! ¿Entonces ella también la reconoció?

Paula: Pues no sé. Pueden ser dos cosas: una, que no me reconoció porque en esa suite todo es oscuro, o dos, que si se dio cuenta y se hizo la boba. ¿O qué iba a decir? ¡Ah! Si, además de tener a su hijo de amante, ¡soy la que le cogió la mano en la fiesta swinger!

Margarita: Pero lo raro es por qué esa vieja estaba allá.

Paula: ¿Sabe que esa noche nos encontramos con Santiago en el hotel? Qué coincidencia, ¿no? El estaba con un amigo y nos dijo que iban para el bar de la terraza que como que está muy de moda, hasta el amigo nos invitó para que fuéramos con ellos y a Santiago casi le da un ataque. Obviamente Hugo y yo no fuimos, pero ahora todo como que encaja.

Margarita: Es muy raro todo. ¿Usted cree que Santiago iba para esa fiesta a buscarla a ella? ¿Y es que pueden entrar parejas del mismo sexo?

Paula: No, no creo. Pero puede ser que él si se iba a encontrar con esa vieja más tarde o qué se yo. Lo que me parece más extraño de todo es por qué justamente ella estaba en esa fiesta, y por qué se acercó a mí.

Margarita: ¿Será que conoce a Hugo? ¿Usted le había dado todos los datos a él del hotel?

Paula: Pues claro, cuando él me preguntó por el sitio yo le di toda la información. Espere porque de pronto sí se conocen. Como Hugo es egresado de esa universidad hace unos meses lo llamaron para dictar un seminario y él estuvo en la facultad varias veces. Debe ser que conoció a esa mujer allá. Margarita, hay que hablar con ella otra vez. Hugo no me va a contar la verdad.

Margarita: Dios mío, Paula, qué enredo todo esto. Si quiere, yo mañana vengo a esta universidad y la cojo. Esa vieja me tiene que contar qué es lo que está pasando.

Paula: No sé si a usted le haga caso. Es mejor que venga yo personalmente. Si me quiere acompañar, pues bien, pero tengo que ser yo.

Paula y Margarita se despidieron. Paula se fue para el parqueadero, cogió su carro y se fue para la casa. Cuando llegó encontró a Santiago y a Carolina. Lina estaba por fuera y Hugo no había regresado todavía. Entró a la cocina y se puso a preparar algo de comer. Cuando terminó llamó a sus dos hijos y vinieron a sentarse. Paula no vio nada de raro en Santiago. Estaba incluso de buen humor y muy conversador. Paula aprovechó para preguntarle por la universidad.

Paula: ¿Y cómo van las cosas en la U? ¿Mucho trabajo?

Santiago: Lo normal. Hay unos profesores que son muy montadores y nos tienen llenos de trabajo. Es más, aprovecho para decirte que este fin de semana me voy a quedar en la casa de Camilo porque tenemos que hacer una maqueta y eso va a estar largo.

Paula: ¡Ah! Camilo es el amigo con el que estabas la noche que nos encontramos en el hotel ese, ¿no? El del bar de moda que queda en el último piso. Nunca me contaste cómo les fue, ¿qué tal es ese sitio?

Santiago: Si te conté, mamá. Normal. Es un bar ahí como todos los que abren, se ponen de moda, duran un tiempo y después lo cierran porque la gente se mama de ir.

Paula: ¿Y allá se encontraron con más amigos? ¿O solo iban los dos?

Santiago: Nos encontramos con un montón de gente porque todo el mundo va allá ahora. Pero si, nos habíamos quedado de ver con unas amigas. Solo que yo me fui primero para otro sitio porque estaba muy lleno y qué pereza.

Paula: ¡Ah! ¿Y te fuiste con alguna amiga?

Santiago: mmmm…pero como chismosita, ¿no? No exageremos mamá. Pero si, me fui con una amiga que tampoco quería estar ahí. La acompañé a la casa y ya.

Paula: Ah bueno, mi amor.

Carolina: ¡Santiago tiene novia!

Santiago: ¡Oigan a ésta! ¡Cuál novia! Bueno, dejen el chisme.

Santiago terminó de comer, le agradeció a su mamá y se fue de nuevo para su habitación.

Paula: (a Carolina) ¿Y tú por qué dices que Santiago tiene novia?

Carolina: Pues porque siempre lo escucho que habla todo romántico con alguien y tiene cara de enamorado…jajaja

Paula: Quién sabe mi amor, a lo mejor es alguna amiga y nada más.

Carolina: No, mami. Así no hablan los amigos, y la otra vez lo vi que compró una chocolatina y una flor y la llevó a la universidad.

Paula: Bueno, pues esperar a ver que nos cuente cuando quiera. Ojalá si tiene novia la presente acá en la casa.

Paula termina la conversación con su hija, quien se va para su cuarto, y ella termina de arreglar la cocina. Apenas deja todo listo, ella también se va para su habitación. Al rato llega Hugo. Como solía hacer a pesar de los problemas, entró como si nada, empezó a hablarle del trabajo, de la oficina, de los proyectos, de temas varios. Paula solo lo escuchaba y mientras lo hacía solo sentía deseos de hacerle mil preguntas con respecto a toda la nueva información que había recibido en los últimos días. De repente, era como si estuviera al frente de un completo extraño. Pensaba que si en alguna medida, ella había soportado el maltrato psicológico sistemático de Hugo a través de los años, era porque a pesar de todo, lo creía un hombre íntegro, buen papá, trabajador, buena persona, generoso. Pero ahora la situación que se presentaba frente a sus ojos era otra totalmente distinta. Sentía rabia por haber aguantado tantas humillaciones de un hombre que no merecía nada. De un hombre sucio, enfermo, sin escrúpulos, valores ni principios. Se sentía culpable de haber escogido a un espécimen semejante como padre de sus hijos y cuando trataba de visualizar lo que sería su vida de ahora en adelante, no encontraba un norte. Todo parecía nublado, no había esperanza, no había orden, no había justicia. Después de escuchar el monólogo de Hugo, Paula hizo su rutina nocturna y se acostó a dormir.

Al día siguiente esperó a que todos salieran de la casa, ella también se alistó y se fue para la Universidad. En el recorrido se puso de acuerdo con Margarita y quedaron de encontrarse al frente de la entrada principal. Paula llegó afanada y su prima la estaba esperando muy puntual. Entraron directo a la Facultad y vieron a la mujer sentada en su escritorio. Cuando la mujer las vio entrar, se puso de pie inmediatamente y se dirigió hacia ellas.

Mujer: Buenos días, si quieren las puedo atender en la cafetería.

Paula: Donde quiera, pero necesito hablar con usted urgentemente.

La mujer disimuló todo lo que pudo frente a sus compañeros de trabajo y las sacó de las oficinas. Llegaron a una cafetería.

Mujer: Señora por favor, ayer no tuve el tiempo de hablar con Santiago, pero le juro que hoy le voy a decir que ya se acabó todo. Le suplico que no me vaya a hacer un escándalo acá porque me van a echar; yo llevo trabajando muchos años en esta universidad y no me puedo quedar en la calle. Se lo pido.

Paula: ¿No fue suficiente meterse con mi esposo, si no que también se metió con mi hijo?

Mujer: No, ¿cómo así? No sé de qué me está hablando. Yo no tengo nada qué ver con el papá de Santiago.

Hugo: ¡No me mienta porque me paro de acá y hablo hasta con el Rector! ¡No me saque la paciencia! ¡Cuénteme la verdad! Usted estuvo en una fiesta swinger en el Hotel Bristol y esa misma noche se encontró con Santiago después de que salió de ahí.

La mujer queda pálida y muda.

Mujer: Está bien, señora. Yo le voy a contar todo, pero por favor no me vaya a acusar acá en la universidad. Se lo ruego.